
Otra vez nos encontramos de nuevo ante la evidencia de la agresividad y la falta de medidas sobre la regulación del deporte y sus objetivos. La mayoría del público espera ver las hazañas más impresionantes de manos de sus deportistas más admirados que una y otra vez caen en su propia red.
Desde los equipos de fútbol pasando por ciclistas, atletas, nadadores, y todos y cada uno de los deportistas profesionales que se encuentran inmersos en esta voraz carrera por el triunfo y el éxito aparecen una y otra vez casos de dopaje.
Buscar el culpable es difícil pero la cabeza de turco siempre esta visible, el propio deportista sufre en sus carnes las críticas de aquellos que lo hacen héroe y al instante lo convierten en villano. ¡Viva la presunción de inocencia!
Es tal el capital invertido por los patrocinadores, accionistas y directores de los equipos y los intereses que están en juego que lo que menos importa es la imagen y la salud del deportista, si, han oído bien. Cuando vemos a un ciclista subir un puerto a ese ritmo e ir tres semanas seguidas a todo gas o un futbolista jugar una y otra vez dos o tres veces en semana subiendo y bajando la banda sin parar no ponemos en duda sus capacidades pero el deporte de competición no es saludable al 100%.
El público en el cuál me incluyo queremos que Alberto Contador gane 10 Tour de Francia y que la selección española de fútbol gane todo lo habido y por haber pero no se engañen el cuerpo tiene un límite al cuál nos acercamos año tras años.
Utilizando todos los medios a su alcance, fisiológicos, bioquímicos, biológicos, nutricionales, psicológicos, etc.., un gran equipo de médicos, fisioterapeutas y preparadores físicos "velan por los intereses de los deportistas" o al menos eso nos hacen creer, ciertamente por los intereses por los que velan es por el de aquellos que ponen el dinero como siempre y quieren ver resultados cueste lo que cueste. A estos solo les importa que sus máquinas de hacer dinero estén bien engrasadas y cuando no sean útiles, se encuentren defectuosas o se agote su tiempo de vida útil sustituirlas por otras, más nuevas, más modernas y con más prestaciones.
Entre todos estamos haciendo cada vez más fácil el camino del lucro por parte de estos hambrientos empresarios que luego después del escándalo se lavan las manos y culpan fácilmente a su equipo técnico, o como no, al deportista dejándolo por completo en evidencia y hundido profesionalmente sin capacidad para lavar su imagen.
Aunque después de mucho pelear legalmente sea capaz de demostrar su inocencia en este país y en todos, con el dopaje lo que se aplica siempre después de una acusación de este calibre es el beneficio de la duda, pues ya lo saben amigos, mírense al espejo y piensen que desean para el futuro del deporte profesional.
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